Detrás de la etiqueta / Lacoste - indumentaria y otros. El "cocodrilo" francés que se convirtió en un clásico
Antes de disputar un importante partido, el capitán del equipo francés de la Copa Davis, Allan Muhr, prometió a René Lacoste una maleta de cocodrilo a cambio del triunfo. La promesa al tenista que fue número uno en 1926, ganador de siete Grand Slams y parte de una generación dorada conocida como "Los Mosqueteros", llegó a la prensa de Estados Unidos. El Boston Evening, un diario de esa ciudad, dio difusión a la anécdota e inventó un apodo para el jugador. La actitud de Lacoste en la cancha lo convirtió en "el cocodrilo" porque, igual que el animal, nunca renunciaba a su presa. De aquel artículo nació la insignia de la marca, cuya prenda típica también fue impuesta por el exitoso Lacoste, que lucía en sus presentaciones una chomba "polo", por entonces, revolucionaria en la moda masculina. La casaca de mangas cortas, tejido piqué con un pequeño aireado que lució el tenista en los años 30 hoy es un clásico.
Robert George, amigo y estilista de Lacoste, estampó un cocodrilo bordado por primera vez en un blazer. El pequeño reptil bordado del lado izquierdo del pecho comenzó a extender la leyenda de Lacoste. En 1933, el afamado tenista se asoció con André Giller para fabricar remeras, como no podía ser de otro modo, con el cocodrilo bordado.
Este año, la marca cumple 80 años, con más de 1160 tiendas, dispersas por 110 países. Cada un segundo, estiman en la empresa, se venden dos artículos con el sello de Lacoste, que abarcó mucho más que las típicas remeras. Con el paso del tiempo, la insignia se grabó en productos como calzado, cueros, fragancias y hogar. Alentada por su selecto público, la marca incursionó incluso en el mercado de las joyas.
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