Encandilado frente a un partido de fútbol que dan por televisión, mientras come papas fritas, el cantante inglés Mick Jagger no mira a su interlocutor, un asistente que le cuenta que el grupo humorístico Monty Python volverá a los escenarios para festejar los 40 años del cierre de su último show televisivo, Flying Circus. "Son unos viejos oportunistas cuyos días de gloria ya pasaron", dice Jagger, sin darse cuenta de que podría estar aludiendo a su propia experiencia como líder de los Rolling Stones, banda aún en circulación.
Como los Stones, el mes pasado los Monty Python arrasaron en convocatoria con su show: las entradas para presenciar el evento del 1° de julio en el O2 Arena de Londres se agotaron en 43 segundos. El spot para promover a los cómicos tuvo a Jagger a la cabeza, un músico que cursó un año de la carrera de Economía en la London School of Economics antes de dedicarse de lleno a su banda. No es la única conexión entre la economía y el grupo de humor absurdo, protagonista de películas como La vida de Brian (1979) o El sentido de la vida (1983): con el boom reciente se multiplicaron interpretaciones de "montypythonomics" que aluden a sketches y chistes del grupo para explicar dilemas de la economía actual, que si algo de "relato" tiene es más de humor absurdo que de otra cosa.
Aunque la época de oro de este conjunto se dio en la década del 70, fue en los 50 cuando sus integrantes comenzaron a mostrarse juntos en pequeños clubes y bares. "Hay que tener en cuenta que en los 50 la economía de Inglaterra estaba quebrada por los gastos de la guerra, de hecho hubo racionamiento de comida hasta el 55. Era un país con su orgullo herido, que había perdido su imperio poco tiempo antes y que estaba bajo la amenaza real del comunismo. En ese contexto de tensión surge el humor absurdo como un catalizador", explica Stefan Szymanski, un economista inglés que desde hace unos meses da clases en Michigan y aparece regularmente citado en esta columna: es uno de los mayores expertos mundiales en economía del fútbol.
Los Monty Python se burlaban de los aristócratas que por entonces se multiplicaban en directorios (y provocaban un enorme resentimiento en una sociedad empobrecida que los mantenía con sus impuestos). Por ejemplo, con una carrera de obstáculos para elegir al "noble descerebrado del año". Pero también se reían de los "entrepreneurs" que ascendían rápido en la escala social y que se enorgullecían de su pasado en la pobreza ("Yo vivía en un pasillo de chico", decía un personaje, a lo que otro respondía: "Ojalá a mí me hubiera tocado vivir en un pasillo"). Está en el video Four Yorkshiremen, que se puede ver en YouTube.
En otro sketch delirante, el grupo presentaba un concurso de preguntas y respuestas del comunismo, del cual participaban Marx, Lenin, el Che Guevara y Mao. Y en un gag de El sentido de la vida se planteaba una comparación entre las "viejas finanzas" y las nuevas, con hombres trajeados y con piratas.
En forma más reciente, blogs de economía hicieron referencia a una escena de Monty Python y el Santo Grial (1975), en la que el rey Arturo, con su espada, iba desmembrando al Caballero Negro, quien no se rendía y afirmaba: "¡Pero si es sólo un rasguño!", cuando le cortaban los dos brazos y las dos piernas, y pretendía seguir peleando. La negación y falla en reconocer la realidad de este sketch se usó como metáfora para las políticas monetarias y fiscales europeas tras la última crisis.
El grupo inglés también se burlaba en los 60 y 70 de la muy mala comida de los ingleses y de los pésimos servicios que, por entonces, recibía la sociedad británica. En un diálogo típico, uno de sus integrantes entraba a un negocio a quejarse por la compra de un loro que había efectuado una hora antes. "¿Cuál es el problema?", le preguntaba el vendedor. "El loro está muerto", respondía el cliente.
Casi como el sketch de Cha-Cha-Cha en el que, con tono de novela de la tarde, a Pablo Cedrón, Alfredo Casero le gritaba: "¿Pero no te das cuenta de que este loro está mue'to?". Los programas de Casero, Fabio Alberti y Diego Capusotto fueron lo más cercano al humor absurdo de los Python en la TV local, con contadas pero efectivas referencias a la economía. Como cuando, con clima festivo de ciclo de entretenimientos, Capusotto y Alberti recibían a una moto de delivery que venía a traer "¡Aquí, ahora, en exclusiva a los estudios de América, la plata del Megacanje!". O los monólogos del ministro de Ahorro Postal Manhattan Ruiz, en el que Casero imitaba a un Domingo Cavallo siempre al borde de la histeria (para los que nos reímos mucho con ese personaje, resulta imposible escuchar o ver a Cavallo sin pensar en forma automática en Manhattan Ruiz).
"Es una lástima que hoy no tengamos un «Tato Bores» de la economía, alguien que haga esa magia, porque material para nutrirlo hay a montones -dice la economista Mercedes D'Alessandro, fanática de este tipo de humor-, pero también es una muestra de pobreza intelectual, porque para hacer un buen chiste, un relato absurdo, una parodia, necesitás comprender lo que querés contar, entender cómo lo entiende el resto, darlo vuelta, y que además sea interesante, gracioso, etcétera. Y que conserve cierto contenido. No hay mucha gente que pueda hacerlo." ¿Su programa de humor absurdo relacionado con economía favorito? El episodio "Villa Margarita", de la serie animada South Park. El programa es una sátira de la recesión mundial que afecta a gran parte del mundo industrializado. Kylees es retratado como un Jesús salvador que está trabajando para salvar la economía, y Stan se lo pasa tratando de devolver una máquina personal para hacer margaritas.
Cuando empezó el Mundial de Brasil, los Monty Python difundieron un himno no oficial para su selección, un poco más humilde y autodeprecatorio que el "Brasil, decime qué se siente". Decía: "Cuando estés en el Mundial, con todas tus esperanzas arriba, y todo el mundo quiera que su equipo gane. Entonces, (Inglaterra) se marcha y te decepciona, y se escabullen de regreso a la ciudad, es la hora de que comience esta canción tonta". Luego venía el estribillo del final de La vida de Brian: "Always Look on the Bright Side of Life" ("Siempre mira el lado luminoso de la vida"). Inglaterra se volvió a su casa en primera ronda, y el tema fue un éxito. Al menos, hay algo que los guionistas de humor absurdo saben hacer mejor que los economistas: predecir el futuro.
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