Si lo querés leer en “modo cool”, te doy el gusto: paywall. Y si en cambio lo querés “castellanizado”, hablemos de muro de pago.
Ese recurso fue utilizado inicialmente por los medios periodísticos para recortar las pérdidas producidas por el peor de sus cuadrantes: pesados costos y baja importante de los auspiciantes.
El pionero que lo intentó fue Ambito Financiero con su página web, pero no le funcionó. Buena idea, pero no precisamente en el momento oportuno.
The New York Times, en su impresionante reinvención, plantó la nueva bandera del paywall, y ahora es moneda corriente en la mayoría de los medios importantes del mundo.
En la Argentina, empezó La Nación y lo siguió Clarín. Infobae, el otro grande entre los medios en la web, decidió mantener el acceso free… apuesta a algoritmos para convencer a anunciantes, y también le funciona.
Los cines visualizaron a su cisne negro en Netflix, Star + o Amazon Prime Video, y la radio encontró una amenaza en los podcasts.
Los cables, primero, y los abonos específicos dentro de las mismas señales (el fútbol con TNT y Fox Premium), fueron esmerilando el poder de la imbatible televisión, primero en rating y, por añadidura, en valores del segundo publicitario. Además, los grandes eventos deportivos, sobre todo en USA, le tomaron el gustito al pay per view… y encontraron un nuevo bolsillo.
Tan novedoso como curioso es que el paywall llegue al turismo.
Anticipándose a la afluencia de visitantes en 2022, si se termina la odiosa pandemia, esta semana Venecia anunció que implementará torniquetes inteligentes para que los turistas garpen si quieren ingresar a la ciudad.
Los portales turísticos pusieron esta bomba bien arriba en su home page.
Los locales zafan, pues habrá lectores ópticos donde residentes, estudiantes y trabajadores tendrán una llave virtual de libre acceso en sus teléfonos.
“La decisión se impondrá ahora para controlar el número de turistas que visiten Venecia, y buscarán recaudar para su preservación”, dicen.
El año próximo, la ciudad italiana pondrá en marcha el sistema de alta tecnología, mediante la cual solo las personas que hayan pagado podrán ingresar a una visita, un restaurante o a un hotel. La tarifa de acceso será de 10 euros a pagar para evitar la masificación turística después del Covid.
Las primeras pruebas del sistema comenzarán en septiembre y se realizarán en la isla de Tronchetto, base de la sede de la policía local y donde estará la sala de control inteligente. Los turistas deberán reservar los lugares con anticipación, y mediante código QR, pasarán por los puntos de entrada.
La preguntonta del millón es si va a funcionar. Mi olfato dice que sí, pues el lugar y la experiencia que querrán volver a vivir los nostálgicos que echan de menos a los gondolieres primará por sobre el lógico “pucherito” al momento de sacar su ticket virtual para entrar a la soñada ciudad.
Si funciona, veremos una avalancha de imitaciones en los lugares más emblemáticos del mundo. Destruidos muros como el de Berlín y desarticulado el de Donald Trump para alejar a los mexicanos del país que comandaba, los nuevos muros de pago que permitieron subsistir a los medios periodísticos y de entretenimiento, también se construirán en la ruta turística. A diferencia de la tirada a la pileta de Ambito, hoy hay quórum.
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