Las tote bags o, en criollo, las bolsitas de tela para ir al súper, no son la alternativa ecológica que creíamos. De acuerdo con un reporte de The New York Times, simplemente se están produciendo demasiados artículos de algodón para garantizar la sostenibilidad. A pesar de ser promocionadas como una alternativa a las bolsas de plástico, también están dañando activamente el medio ambiente.
Para que no nos engañe su textura de cáñamo y los colores de la cáscara de huevo, una bolsa de algodón orgánico debe usarse 20.000 veces para compensar su impacto general de producción, según un estudio de 2018. Necesitaríamos vivir miles de años para contrarrestar cualquier daño. Nuestra confianza en el bolso se remonta a 2007 con la diseñadora británica Anya Hindmarch y su número "No soy una bolsa de plástico". Luego, debido a su fabricación relativamente barata, otras marcas pronto empezaron a ganar dinero, chequeando bolsas de cortesía con las compras, transformando a sus queridos clientes en vallas publicitarias ambulantes. The New Yorker ha regalado más de 2 millones desde 2014, y Aesop admite haber perdido la cuenta de cuántos cordones de algodón ha utilizado la compañía para empaquetar sus productos.
La fabricación de algodón es un famoso proceso de uso intensivo de agua. En el último año, se ha asociado cada vez más con el trabajo forzoso, gracias a los informes sobre el trato de los uigures en China, que producen el 20 por ciento del algodón del mundo. Luego, incluso cuando su bolso finalmente llega a una planta de tratamiento, la mayoría de los tintes que se usan para imprimir logotipos en ellos están basados en PVC y, por lo tanto, no son reciclables. “Al final, la solución más simple puede ser la más obvia. No todos los productos necesitan ser una bolsa”, concluyó el artículo. Después de todo, siempre puedes usar tus manos. O, si no le importa, puede hacer como el New York Times y elegir entre cualquiera de las 12 bolsas de la publicación que están a la venta en su tienda web.
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