sábado, 12 de octubre de 2019

LO CENTRAL PARA DEFINIR LOS MÁRGENES

by Alfredo Sainz
La Nación

En tiempos de alta inflación como los que vive la economía argentina se revive siempre el tema de los márgenes de ganancias que se aplican a lo largo de la cadena productiva y comercial de un producto.
En este contexto se multiplican las voces que denuncian que los aumentos de precios se explican no por factores macroeconómicos sino por un "afán desmedido" de fabricantes y comerciantes, sin tener en cuenta que los márgenes con que se trabaja en la inmensa mayoría de los rubros son siempre los mismos.

Para todos los gustos

Dentro de un súper o hipermercado no todos los productos que se ofrecen en las góndolas tienen el mismo margen de ganancia para la cadena. La rentabilidad bruta promedio oscila entre 25 y 30% de la facturación, aunque en los artículo de más rotación como las leches cae al 8% y en el yogurt llegan al 16%. Estos niveles menores se ven compensados por el llamado non food (juguetes, textiles y artículos de bazar), en el que la rentabilidad bruta puede llegar al 50 por ciento. Otro rubro que genera para el súper altos ingresos es el de las frutas y verduras, aunque en los supermercados explican que se trata de un negocio con un alto nivel de merma y pérdidas. En todos los casos se trata de márgenes de ganancia bruta porque el Ebitda (siglas que significan "ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización") de una cadena ronda entre los 6 y 7 puntos.
Para fijar el precio de venta al público de una prenda, las marcas de indumentaria parten del llamado costo primo que surge de sumar el precio de la tela utilizada en la confección, los avíos (botones, cierres, hebillas), la mano de obra y el packaging -generalmente de celofán- con el que el producto sale del taller. De acuerdo con el target de cada marca, el costo primo se multiplica entre dos y cinco veces. Los empresarios del rubro igualmente aclaran que de este margen bruto hay que descontar los gastos administrativos y financieros, la publicidad, el marketing, el diseño, impuestos y el costo de los alquileres de los locales. "Multiplicar por cinco el costo primo de cada prenda es la única manera de pagar la llave de un shopping", explican en una marca líder.

Cuestión de imagen

El precio de los vinos es otro tema que genera fuertes controversias. Tradicionalmente, en los restaurantes los vinos cuestan el doble que en las góndolas de los supermercados, aunque para el empresario gastronómico la rentabilidad es mucho más alta porque ante la explosión de marcas y etiquetas las bodegas no sólo otorgan grandes descuentos sino también en muchos casos terminan regalando algunas cajas con tal de entrar en la carta de los restaurantes más exclusivos.

La avanzada oriental

En el caso de los supermercados y los autoservicios chinos, la preocupación para las bodegas pasa no sólo por vender sino también por no perder imagen. Bajo esta premisa, las mayores vitivinícolas (y con mayor poder de negociación) como Luigi Bosca o Chandon logran quedar excluidas de los descuentos que realizan los grandes supermercados cuando ofrecen un día de 20 grados 25% de rebaja en toda la categoría vinos.
Sin embargo, de lo que no pueden escapar es de los chinos, que en muchos casos compran el producto a un distribuidor o mayorista para comercializarlo en su góndolas a valores casi de costo. "Los chinos prefieren trabajar la categoría con márgenes muy chicos, porque saben que los precios en esta categoría son uno de sus diferenciales a la hora de atraer clientes", explica Osvaldo del Río, director de la consultora Nielsen.

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