A la hora de navegar online cada vez más consumidores buscan las palabras "envío y devolución gratis" en los sitios que visitan. Y cuando no encuentran una política de devolución flexible lo piensan dos veces antes de hacer una compra. Al fin de cuentas, es riesgoso pedir a un cliente que compre jeans o una camisa en internet. ¿Y qué pasa si no le va? ¿Y si el color se ve diferente que en la pantalla?
En las últimas dos décadas el comercio electrónico ha crecido rápidamente. Hoy el 27% de las ventas de ropa se hace online. No hay duda de que poder comprar ropa online es más conveniente que ir a una tienda física, donde hay que probarse la ropa en un cambiador. En cambio, cada vez más clientes se han acostumbrado a navegar desde el confort de su sillón y a probar los conjuntos en su propio dormitorio. Pero parte del motivo por el que comprar ropa online se ha hecho tan popular es que muchas marcas posibilitan devolver ítems no deseados sin mayores problemas ni costos.
Un estudio reciente descubrió que en los Estados Unidos se devuelve el 40% de las compras de ropa online. Muchos consumidores realmente compran ropa con el objetivo explícito de devolverla; por ejemplo, compran varios talles del mismo producto para ver cuál les va. Algunos consumidores también admiten haber usado un conjunto para posar en una foto para las redes sociales y luego lo devuelven. En el apuro por colocar una etiqueta de devolución en un paquete y enviarlo de regreso, tendemos a ignorar el costo de esta conducta.
La ONG Fashion Revolution quiere echar luz sobre el problema. La organización belga une gente de todo el mundo de la moda para ayudar a hacer más humana y sustentable la industria. En un nuevo video Fashion Revolution muestra mujeres probando ropa en carreteras rodeadas por camiones y tráfico. Es un modo de ilustrar que mientras el acto de probar ropa en casa parece divertido, conveniente y glamoroso, el verdadero costo existe en las rutas del mundo, donde camiones transportan los productos hasta y desde su casa, contaminando la atmósfera y contribuyendo al calentamiento global.
Es difícil establecer el costo ambiental específico de devolver ropa, pero las evidencias sugieren que es significativo. En 2016 el transporte superó a las usinas como máximo productor de emisiones de dióxido de carbono por primera vez desde 1979. Un cuarto de esta huella proviene de camiones medianos y pesados en entregas de cortos trayectos, luego de que los productos han sido transportados por avión o barco a un depósito. En el pasado los camiones solo tenían que ir a centros comerciales o shoppings, pero ahora van ida y vuelta a los hogares de la gente. Como escribe Miguel Jaller en el portal Vox.com: "Hoy la mayoría de los paquetes van directamente a direcciones residenciales. Hemos cambiado idas al centro comercial en autos relativamente eficientes en el consumo de combustible, por entregas a barrios residenciales por camión y otros vehículos". Y esta demanda de entrega y devolución rápida significa que los camiones a menudo viajan con menos carga que anteriormente, lo que aumenta la huella de carbono de cada ítem individual que compra o devuelve.
Otro costo de devolver bienes es que muchas marcas no pueden revenderlos. A veces los ítems no vuelven en perfectas condiciones. Una blusa de seda puede volver demasiado arrugada para enviar a otro cliente, por ejemplo. O puede faltar una parte. O puede tardarse tanto en procesar la devolución que otros clientes ya pueden no estar interesados en el ítem. Considere lo que sucede con todos los suéteres de fiesta que se regalan para Navidad y son devueltos. Si bien Fashion Revolution no se refiere a esto en su video, varios analistas de la industria dicen que las marcas cubren los costos de este inventario perdido que puede terminar en un relleno de tierra sin usar.