domingo, 29 de marzo de 2020

SEBASTIÁN CAMPANARIO - Geopolítica y causalidad: la batalla actual de la inteligencia artificial


El ciclón tropical Imelda no fue el más intenso de 2019, pero sus efectos en algunos barrios de Houston, Texas, fueron catastróficos, con inundaciones y pérdidas multimillonarias. El 19 de septiembre pasado, cuando los equipos de rescate recién empezaban a trabajar, un grupo de científicos de datos emitió un rápido comunicado que en los días siguientes se convirtió en la explicación más citada por los medios para entender el fenómeno: por culpa del cambio climático, la tormenta severa tuvo 2,6 veces más probabilidades de ocurrir y fue un 28% más intensa que en un mundo simulado sin crisis climática.
El grupo "World Weather Atribution" logró este cálculo gracias a avances recientes de la ciencia de datos, que permitieron separar otros factores explicativos para lograr una estimación más precisa, que además permite, a futuro, pronosticar mejor los riesgos de la agenda medioambiental.
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Para el MIT, la "atribución al cambio climático" es una de las diez principales tendencias de avances a monitorear en 2020, porque puede dar vuelta la opinión pública (sobre todo en los Estados Unidos) y generar otros incentivos políticos una vez que pase la crisis del coronavirus. Para el campo de la inteligencia artificial, la discriminación de causalidad es una de las batallas del momento en la tecnología exponencial estrella.
Hace rato ya que las noticias sobre avances de la inteligencia artificial dejaron de causar sorpresa. La historia clásica de los sucesivos juegos en los cuales los algoritmos nos fueron ganando (ajedrez, go, videogames de estrategia de guerra) ya no son novedad. En cambio, la discusión pasó a "segundas derivadas" del fenómeno: la competencia geopolítica, los límites de esta tecnología, el riesgo de "antropormorfizarla", los cambios que ya está produciendo en habilidades humanas y la ya mencionada discusión por la causalidad.
Para expertos como Elias Bareinboim, Judea Pearl y Gary Marcus, la imposibilidad de la IA actual de entender la esencia del concepto de causalidad es la barrera a eliminar (entender que las nubes no sólo están correlacionadas con la lluvia, sino que son las que la provocan). Marcus propone correr el foco desde el "aprendizaje profundo" (deep learning) a uno de "entendimiento profundo". "El actual paradigma, que tiene demasiados datos pero poco conocimiento, razonamiento y modelos cognitivos, simplemente no nos está llevando a una IA en la que podamos confiar", sostiene el científico y divulgador.
La historia de los últimos diez años (y su perspectiva para el corto y mediano plazo) de la inteligencia artificial está muy bien resumida en el clásico Superpoderes de IA, de Kai-Fu Lee, que ya tiene un par de años. Lee cuenta que una década atrás el tema estaba visto como algo separado de la realidad y del campo de la ciencia ficción. Eso cambió radicalmente, en parte, según Lee, gracias a la victoria del algoritmo de DeepMind (la empresa inglesa de IA que fue comprada por Alphabet, el conglomerado de Google) en marzo de 2016 sobre el campeón humano de Go, Lee Sedol. Unos 230 millones de chinos siguieron el match entre la máquina y el campeón coreano y lloraron con el resultado. Para China fue, afirma Lee, un "momento Sputnik", similar a la herida de amor propio que se produjo en los estadounidenses en octubre de 1957, cuando se enteraron de que los soviéticos habían sido los primeros en colocar una persona en el espacio. El golpe fue tal que disparó una "fiebre de IA" en el estado y en las start ups chinas, cuyo gasto acumulado el año pasado superó por primera vez (en este rubro) al de Estados Unidos.
¿Dónde estamos parados hoy? En una bisagra de elección y oportunidad, sostiene uno de los autores referentes de esta temática, Erik Brynjolfsson. "Pueden ser los diez mejores años de la historia de la humanidad o una de sus peores décadas, porque tenemos más poder en nuestras manos (con los desarrollos de IA) que nunca antes".
En un ensayo para Brookings, Indermit Gills junto a un equipo analizó el "TEG" de la batalla por el dominio de esta "tecnología de propósito general" entre los Estados Unidos, China y Europa. Hubo tres TPG anteriormente, y en cada una se fue reduciendo a la mitad el tiempo necesario para su expansión: 80 años para el motor de vapor, 40 años para la electricidad, 20 años para las PC y, probablemente, 10 años para la IA. La conclusión de este trabajo: quien esté a la vanguardia en 2030 será la potencia dominante en el resto del siglo. Gills apuesta por los Estados Unidos, cree que su cultura innovadora empresarial será una carta ganadora frente al poder de la planificación, el as de espadas chino.
"Un problema habitual cuando se trata de medir el avance y el potencial de la IA es que se la compara todo el tiempo con la inteligencia humana. Esto lleva a muchos errores conceptuales, sobreestimaciones y subestimaciones por distintas avenidas. No debemos ?antropomorfizar' a la IA si queremos tener mejores pronósticos sobre lo que se viene en este campo", dice a la nacion Carlos Diuk, experto en ciencia de datos.
Para el tecnólogo y científico de datos Marcelo Rinesi, "lo profundamente transformador y lo que tiene más chances de serlo en un sentido positivo, es el tener inteligencias, incluso reducidas a habilidades o campos específicos, cualitativamente superiores a lo que ya podemos hacer. Hoy en día ya hacemos ciencia e ingeniería que son cognitivamente superhumanas, en el sentido de que son imposibles de hacer solo con humanos sin computadoras (incluyendo las computadoras que controlan los sensores, etcétera), pero pasando por cuellos de botella humanos y de grupos de humanos".
¿Qué nivel de cambios veríamos? Según Rinesi, "más o menos por definición, la diferencia entre la ciencia e ingeniería de, digamos, 1940, y la de 2020. Mi sospecha personal es que mucho de lo que imaginamos casi obligatoriamente en nuestro futuro (ingeniería genética, interfaces cerebro-máquina, niveles de vida altos para toda la población mundial) es imposible sin saltos en nuestra capacidad de hacer ciencia e ingeniería, lo que requiere el uso de herramientas super-humanamente capaces".
En un reciente ensayo titulado Mentes y máquinas , David Watson, de los Institutos de Internet de Oxford y Alan Touring sostuvo: "Es fácil pensar la inteligencia artificial en términos de la humana, antropomorfizarla. Imaginamos una amistad con Siri, un vehículo autónomo empático, y pensamos en algoritmos que aprenden igual que lo hacemos nosotros. Sin embargo, pensar que un ordenador tiene una inteligencia similar a la de un humano es erróneo y hasta puede resultar peligroso". Hacerlo, sigue Watson, implica introducir un sesgo que se va a quedar "corto" en pronósticos en algunas áreas de la inteligencia y que va a sobreestimar otras.
Jerome Pesenti, un ex-IBM que ahora lidera el laboratorio de IA de Facebook (creado años atrás por Yann Lecun, una figura legendaria en este terreno) admitió en una reciente entrevista: "El aprendizaje profundo y la actual IA, si uno es honesto, tienen un montón de limitaciones". Una de ellas, destaca, es que la actual dinámica de escalabilidad no es sostenible: la fuerza computacional que demandan hoy los experimentos más avanzados de IA se duplica cada tres meses y medio. "Si uno mira los experimentos top -explica el científico computacional-, cada año su costo se multiplica por diez. Hoy hay algunos proyectos que involucran valores de siete cifras (en dólares), pero pronto estaremos en el terreno de las 9 o 10 cifras, y eso no es posible, nadie lo puede costear. Significa que en algún punto vamos a chocar contra una pared; la batalla que se viene es por la optimización"

miércoles, 25 de marzo de 2020

Hábitos bajo observación: cómo colabora la economía del comportamiento en la lucha contra la pandemia

¿Cuánto tarda alguien en dejar de sentirse "raro" cuando saluda desde lejos? ¿Qué daño nos hará a nivel emocional no liberar hormonas y neurotransmisores que nos hacen sentir bien cuando estamos cara a cara con otra persona (y que no funcionan de manera virtual)? ¿Cómo podemos hacer para que nuestro "piloto automático" incorpore no tocarnos la cara, en lugar de hacerlo 23 veces por hora de manera inconsciente como ocurre, en promedio, habitualmente?
La batalla contra el coronavirus se libra principalmente en el ámbito de los epidemiólogos , pero también en la denominada "ciencia de los hábitos", que incluye aportes de las neurociencias, la psicología cognitiva y la economía del comportamiento, entre otras disciplinas. Lograr un "contagio de buenos comportamientos", con una exponencialidad en el cambio de hábitos similar a la del virus es clave para moderar la curva de la pandemia . En ese sentido, pocas áreas de la economía cobraron más relevancia en los últimos días que la que cruza la disciplina de Adam Smith y Keynes con la psicología, y que tiene una serie de herramientas testeadas y de bajo costo (la llamada "agenda nudge ") para promover modificaciones de conductas a nivel masivo en cortos períodos de tiempo, dice el infectólogo Ariel Perelsztein.
Se estima que la mitad de las decisiones que tomamos todos los días se realizan en piloto automático: levantarnos, apagar el despertador, tomar el desayuno, darle un beso a la gente que queremos, llegar a la oficina, chequear los mails, y así. Es lo que algunos académicos llaman el círculo de la rutina, que se coordina desde los ganglios básicos del cerebro y que requiere mucha menos energía que el sistema que regula las decisiones a nivel consciente, que tiene como base la corteza prefrontal.
Por eso, cambiar hábitos es más difícil de lo que pensamos: operan como "atajos mentales". Una vez que se recorrió el camino varias veces dejan una huella que los vuelven automáticos, asociativos y libres de esfuerzo, según explica en su libro El poder de los hábitos (aquí lo editó Urano) el periodista ganador del Pulitzer Charles Duhigg.
A nivel de políticas públicas, la economía del comportamiento se metió en la discusión por las medidas aplicadas por Inglaterra en primera instancia, que fueron radicalmente distintas a las del resto de los países y sobre las que luego se dio un giro de 180 grados. En su primera etapa, implicaban menos restricciones. Uno de los supuestos detrás de esta estrategia inicial fue que las personas tenemos una "fatiga" frente a las prohibiciones y que, pasado cierto tiempo, encontramos vías para eludirlas, con lo cual conviene guardar el poder de fuego de las medidas más estrictas para el peor momento de la pandemia.
Unos 600 científicos del comportamiento ingleses firmaron una carta abierta a las autoridades británicas, afirmando que este supuesto tenía una evidencia por lo menos frágil y contradictoria. La estrategia terminó en escándalo y en un giro abrupto de las autoridades.
Muchas de las recomendaciones de la OMS han sido testeadas y potenciadas mediante intervenciones de la economía del comportamiento, explica la economista argentina Florencia López Boo, experta del BID en este terreno. "La procrastinación (dejar todo para mañana), el olvido o la falta de atención pueden dificultar la puesta en práctica de las sugerencias", dice López Boo.
Un estudio publicado hace diez días por dos profesores de la Universidad de Princeton (Johannes Haushofer y Jessica Metcalf) pasa lista a varias intervenciones posibles. Para promover el lavado de manos sirven las recordaciones permanentes (por mensajes de celular, carteles, correos electrónicos, etcétera). En la Argentina, José Nesis y un equipo de diseñadores propusieron el ícono verde de "Nos quedamos en casa", que rápidamente se viralizó en redes sociales, WhatsApp, etcétera. "Las ciencias del comportamiento nos muestran que simples recordatorios en espacios que vemos habitualmente nos ayudan a decidir salir menos de casa", explica Nesis.
Haushofer y Metcalf sugieren en su estudio también la multiplicación en hogares y comercios de máquinas expendedoras de jabón a bajo costo, encajar juguetes en el jabón de los chicos o promocionar campañas de higiene basadas en mensajes emotivos, entre otras herramientas. El problema, dicen los autores, es que estas conductas se sostengan en el tiempo.
Así como la enfermedad y los hábitos se pueden contagiar de manera exponencial, el miedo también se viraliza. Sunstein, uno de los grandes divulgadores de la economía del comportamiento, escribió días atrás un artículo en el que alerta sobre la "negligencia de la probabilidad": nos enfocamos a nivel personal en el escenario peor (no ponderado por su distribución de probabilidades) y corremos el riesgo también de sobrerreaccionar. Para muchos sectores de la economía (comercio minorista, turismo, restaurantes) este sesgo de cálculo puede significar la bancarrota en 2020. Según el economista Pablo Mira, autor de Economía al diván , es importante aplicar nudges que den un horizonte positivo, de que vale la pena el esfuerzo colectivo para que la pandemia se controle antes.
El hecho de conocer y estudiar a fondo los sesgos no evita que los sigamos cometiendo. Liam Smith y Celine Klemm escribieron una columna de opinión en The Guardian titulada "Aunque somos científicos del comportamiento, no pudimos resistir la urgencia de comprar papel higiénico". La percepción de escasez, ver a otros haciendo lo mismo y una falsa "sensación de control" refuerzan esta forma de actuar en manada que tiene consecuencias negativas para el resto de la sociedad.
Hugo Acciarri y el equipo del Departamento de Derecho, Economía y Comportamiento de la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca, vienen compilando y difundiendo información sobre la pandemia y los aportes de las ciencias conductuales. Marcan errores (poner un número de emergencias de siete cifras, por ejemplo, imposible de recordar si no se tiene a mano algo para anotar) y aciertos (informar de manera clara y serena, junto a científicos). "Uno de los problemas mayores que hay en este cruce de campos es la dificultad del cerebro humano para lidiar con fenómenos exponenciales", explica Acciarri.
La ciencia de los comportamientos sociales, destacan desde Bahía Blanca, puede también ser un muy buen complemento informativo de lo estrictamente epidemiológico. El análisis de datos a gran escala (por ejemplo, cuánta gente busca en Google la palabra "fiebre") permite aproximar mapas de la pandemia más allá de los testeos que muchas veces no llegan a tiempo.
Conocer a fondo nuestros hábitos permite potenciar herramientas de intervención, pero también ser más conscientes de nuestras limitaciones. Por ejemplo, el "homeostato de riesgos", estudiado por el canadiense Gerald White, sugiere que las personas no tenemos una actitud estable frente al riesgo. Frente a un "shock" determinado, tendemos a "compensar" con una apuesta más arriesgada o conservadora, de acuerdo con el signo del shock. Esto explica por qué esta semana algunas personas se lavaron mil veces las manos y luego se tomaron el subte en hora pico.
Tal vez la solución venga por el lado de prohibiciones más drásticas, como las mostradas en algunas de los memes que circularon desde que estalló la pandemia. En uno de ellos, un perro le explica a otro que le tuvo que poner un cono de plástico en el cuello a su dueño humano para que no se toque la cara. Somos todos animales de costumbres, algunas difíciles de modificar.
by Sebastián Campanario.

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viernes, 20 de marzo de 2020

LUMILAGRO, EL TERMO NAC&POP

Con la expansión del gigante estadounidense Stanley, la batalla local de los termos comienza a calentarse. Y en esa disputa, la tradicional fabricante nacional Lumilagro tiene un papel relevante.
A punto de cumplir 80 años en el mercado, Lumilagro da pelea en dos segmentos: los termos de acero y los clásicos de vidrio con ampolla. Con termos que valen desde los $400 a los $2700, las posibilidades son amplias para todos los segmentos socioeconómicos.
En su planta de Tortuguitas hay 200 trabajadores que fabrican y venden anualmente más de tres millones de termos. Hoy los hijos y nietos de los fundadores siguen la tradición.
Supieron exportar a lugares tan lejanos como Egipto o Surinam, con un volumen más chico , y llegan a mercados cercanos como Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile.
Sin embargo, Lumilagro tiene fanáticos en todo el mundo. Carlos Bender, el gerente comercial, contó a BAE Negocios: "Nunca discontinuamos la venta en España y Estados Unidos. Las colonias de latinos los compran siempre, formamos parte de lo que se da en llamar el mercado de la nostalgia. Los pueden encontrar en Barcelona, Nueva Jersey, Miami y California".
Bender señaló: "El uso del termo no es el mismo en todo el mundo, salvo en Uruguay y en Argentina, en el resto del mundo se usa más en la casa. Acá y en Uruguay es de primera necesidad".
Los termos de ampolla de vidrio son los más vendidos por Lumilagro, en especial los modelos Terra, Sigma y Creta. "El agua se mantiene caliente para tomar mate por 20 horas, mientras que el agua fría dura 24 horas. Son datos standar, al ser hechos de manera industrial, no todos tienen el mismo comportamiento".
Con el desembarco del termo de acero de Stanley, Lumilagro aumentó las ventas de su termo de acero en más de un 30%. Bender explicó: "El agua se conserva entre 10 y 12 horas en condiciones para tomar mate, tiempo más que prudencial para llevar un termo con agua para cebar. En el caso del agua fría se puede hablar de 20 horas". Sus precios son 50% menores que los de Stanley.
Si bien la competencia de Lumilagro siempre vino desde China, el auge del Stanley los sorprendió. "Es un muy buen termo, probablemente tenga una mayor duración en el mantenimiento de la temperatura, pero la diferencia es pequeña. Sin embargo, tienen un trabajo de marketing excelente que los posicionó como un producto aspiracional", señaló el gerente comercial.
El termo nac y pop brinda algunas ventajas. "Tenemos un servicio post venta y respondemos por cualquier problema ocasionado en la fabricación del producto", puntualizó.
Si bien su más famoso competidor lanzó un mate a $3.200, en Lumilagro no irán por ese camino. "Lanzaremos dos o tres productos nuevos, uno es un termo de acero con manija. Creemos que, por ahora, no tiene sentido lanzar un mate. Si el termo mantiene bien la temperatura no hace falta un mate con esas características", acotó.
La estructura del sector industrial en la Argentina se encuentra liderada por Lumilagro y es completada por productos importados de China, India y Brasil; y pequeñas empresas argentinas. Lumilagro cubre aproximadamente el 60% del mercado argentino de termos, los productos importados un 30% y el otro 10% lo atrapan pequeñas empresas locales.

BUTÁN - EL REINO QUE QUISO MEDIR LA FELICIDAD

Detrás de las grandes historias suele haber grandes personajes. Y nadie que haya visitado su pequeño reino del Himalaya podrá negar ese calificativo a Jigme Singye Wangchuck, cuarto rey de Bután, cuya aura misteriosa y novelesca parece respirarse en cada uno de los hogares de este país del tamaño de Suiza, con apenas 700.000 habitantes, al que el cuarto rey convirtió el año pasado en la democracia más joven del mundo.
En una semana en el país no fue posible escuchar una sola mala palabra sobre Jigme Singye Wangchuck, educado en el Reino Unido, casado con cuatro hermanas y padre de 10 hijos, uno de los cuales es el actual rey. En cambio, el relato de sus virtudes se repite hasta el empalago. Que si vive solo en una cabaña modesta. Que cuando la gente se ofreció a construirle un castillo dijo que no, que emplearan el dinero y el tiempo en levantar escuelas y hospitales. Que es compasivo, sabio, que lo sacrificaría todo por su pueblo. Que acudió el primero a defender con sus propias manos al país cuando hubo que luchar, en 2003, contra los rebeldes separatistas de Assan, que cruzaban la frontera y se ocultaban en los densos bosques de Bután para lanzar ataques contra la India.
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"Para hacer nuestra Constitución, leímos la española una y otra vez. Es muy buena"
El 52% de los butaneses declaró sentirse "feliz"; el 45%, "muy feliz", y sóloun 3% dijo que no lo era
"Es un rey-dios. el único rey de la historia que merece ese apelativo. es como un buda", dice una hermana de las cuatro reinas
Lo que medimos afecta a lo que hacemos.si los índices únicamente miden cuánto se produce, tenderemos sólo a producir más
"La cuestión es si el pib es una buena medición del nivel de vida", se plantea el nobel stiglitz
"No pretendemos enseñar nada. si el mundo cree que hay algo que aprender, son más que bienvenidos"
Es un rey dios. El único rey de la historia de la humanidad que merece ese apelativo. Muchos pueblos, por muchos motivos, han venerado a sus mandatarios. Pero él es especial. Es una mente iluminada. Es como un buda". Quizá no haya que ir tan lejos como Ashi Sonan Choden Dorji, de 41 años, la hermana pequeña de las cuatro reinas, que define así a su cuñado, tomando té en el elegante salón de su casa a las afueras de la capital. Pero podría aceptarse la palabra visionario si se tiene en cuenta que el rey acuñó, hace 35 años, un término que hoy, en este escenario del poscomunismo y del poscapitalismo salvaje, constituye el centro de uno de los debates más interesantes que se están produciendo en el pensamiento económico mundial. Un debate al que se han apuntado premios Nobel como Joseph E. Stiglitz o Amartya Sen y líderes occidentales como Nicolas Sarkozy o Gordon Brown.
El 2 de junio de 1974, en su discurso de coronación, Jigme Singye Wangchuck dijo: "La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto". Tenía 18 años y se convertía, tras la repentina muerte de su padre, en el monarca más joven del mundo.
No fue un mero eslogan. Desde aquel día, la filosofía de la felicidad interior bruta (FIB) ha guiado la política de Bután y su modelo de desarrollo. La idea es que el modo de medir el progreso no debe basarse estrictamente en el flujo de dinero. El verdadero desarrollo de una sociedad, defienden, tiene lugar cuando los avances en lo material y en lo espiritual se complementan y se refuerzan uno a otro. Cada paso de una sociedad debe valorarse en función no sólo de su rendimiento económico, sino de si conduce o no a la felicidad.
Dos factores pueden explicar que esta especie de tercera vía de desarrollo se haya llevado a la práctica precisamente aquí, en este aislado reino del Himalaya. Por un lado, está su profunda raigambre en la filosofía budista. Y por otro, el proverbial retraso de Bután en su apertura al mundo. El lama reencarnado Mynak Trulku explica el primer factor: "La felicidad interior bruta se basa en dos principios budistas. Uno es que todas las criaturas vivas persiguen la felicidad. El budismo habla de una felicidad individual. En un plano nacional, corresponde al Gobierno crear un entorno que facilite a los ciudadanos individuales encontrar esa felicidad. El otro es el principio budista del camino intermedio". Y esto enlaza con el segundo factor, que explica Lyonpo Thinley Gyamtso, ex ministro del Interior y de Educación: "Están los países modernos, y luego está lo que era Bután hasta los años setenta. Medieval, sin carreteras, sin escuelas, con la religión como única guía. Son dos extremos, y la FIB busca el camino intermedio".
La televisión llegó a Bután en 1999, al mismo tiempo que Internet. Thimpu es hoy la única capital del mundo sin semáforos, y el aeropuerto internacional cuenta con una sola pista. Ese retraso en la modernización ha permitido a Bután, un pequeño país encajado entre los dos Estados más poblados de la Tierra, la India y China, aprender de los errores de otros países vecinos en vías de desarrollo que se han centrado exclusivamente en el progreso económico.
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El concepto butanés de la felicidad interior bruta se sostiene sobre cuatro pilares, que deben inspirar cada política del Gobierno. Los pilares son: 1. Un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo. 2. La preservación y promoción de la cultura. 3. La conservación del medio ambiente. 4. El buen gobierno. Para llevarlo a la práctica, el cuarto rey creó en 2008 una nueva estructura institucional al servicio de esta filosofía, con una comisión nacional de FIB y una serie de comités a nivel local.
Lo que medimos afecta a lo que hacemos. Si nuestros indicadores sólo miden cuánto producimos, nuestras acciones tenderán sólo a producir más. Por eso había que convertir la FIB de una filosofía a un sistema métrico. Y eso es lo que encomendó el cuarto rey al Centro de Estudios Butaneses, que años después ha dado con un índice para medir la felicidad.
La materia prima es un cuestionario que responderán los ciudadanos butaneses cada dos años. La primera encuesta se realizó entre diciembre de 2007 y marzo de 2008. Un total de 950 ciudadanos de todo el país respondieron a un cuestionario con 180 preguntas agrupadas en nueve dimensiones:
1. Bienestar psicológico. 2. Uso del tiempo.
3. Vitalidad de la comunidad. 4. Cultura.
5. Salud. 6. Educación. 7. Diversidad medioambiental. 8. Nivel de vida. 9. Gobierno.
Éstas son algunas preguntas del cuestionario: "Definiría su vida como: a) Muy estresante, b) Algo estresante, c) Nada estresante, d) No lo sé". "¿Ha perdido mucho sueño por sus preocupaciones?". "¿Ha percibido cambios en el último año en el diseño arquitectónico de las casas de Bután?". "¿En su opinión, cómo de independientes son nuestros tribunales?". "¿En el último mes, con qué frecuencia socializó con sus vecinos?". "¿Cuenta usted cuentos tradicionales a sus hijos?".
Una vez procesada la información de las encuestas, se determina en qué medida cada hogar ha alcanzado la suficiencia en cada una de las nueve dimensiones, estableciendo unos valores de corte. A cada indicador en el que un hogar ha alcanzado o superado el valor de corte se le atribuye un cero. Cuando el encuestado no ha llegado al valor de corte en un indicador, se le resta el resultado al valor de corte y se divide la resta por el propio valor de corte. Por ejemplo, si el límite de la pobreza es 8 y el encuestado ha alcanzado 6, el resultado es (8-6) / 8 = 0,25.
Entonces, ¿cómo se determina quién es feliz? Es feliz aquella persona que ha alcanzado el nivel de suficiencia en cada una de las nueve dimensiones (0). ¿Y cómo se determina la felicidad interior bruta? FIB = 1 - (la media del cuadrado de las distancias respecto a los valores de corte).
Ya tenemos, pues, el valor de la felicidad. Pero es sólo eso, un número. El siguiente paso es comparar la FIB de los diferentes distritos. Compararla a lo largo del tiempo. Descomponer el índice por dimensiones, por géneros, por ocupaciones, grupos de edades, etcétera. Y así, la FIB puede utilizarse como un instrumento para orientar políticas.
La determinación por medir la felicidad nacida de aquel discurso de coronación del cuarto rey de Bután puede verse como un caso pintoresco o enternecedoramente naïf desde las potentes economías occidentales. Pero la misma inquietud empieza a ocupar las agendas de influyentes mandatarios y eminencias de la economía a nivel mundial. En febrero de 2008, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, creó la Comisión Internacional para la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, debido, en palabras de su director, el profesor de la Universidad de Columbia y premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz, "a su insatisfacción, y la de muchos otros, con el estado actual de la información estadística sobre la economía y la sociedad" (EL PAÍS, Negocios, 20 de septiembre de 2009). "El gran interrogante", proseguía Stiglitz, "implica saber si el PIB ofrece una buena medición de los niveles de vida". Y los resultados de la comisión, presentados el pasado mes de septiembre, confirmaron las sospechas de Sarkozy: el PIB se utiliza de forma errónea cuando aparece como medida del bienestar. Pero también hay quien advierte de los riesgos de ampliar la variedad de estadísticas económicas, que podría permitir a los Gobiernos agarrarse a unas u otras a su antojo, en detrimento de la objetividad.
Bután no debe ser (ni lo pretende) un ejemplo para otros Estados. Las peculiaridades del país hacen su experiencia inexportable. Bután es una de las economías más pequeñas del mundo, basada en la agricultura (a la que se dedica el 80% de la población), la venta de energía hidráulica a la India y el turismo. Y es un país altamente dependiente de la ayuda externa. La tasa de alfabetización es del 59,5%, y la esperanza de vida, 62,2 años. Probablemente el concepto de FIB les suene a chino a las remotas tribus de pastores nómadas del este, que se visten con pieles de yak, practican una religión animista y ofrecen animales sacrificados a sus dioses en las montañas. Y más aún a los 100.000 ciudadanos de la minoría étnica nepalí que viven en campos de refugiados en Nepal desde principios de los noventa, después de haber sido expulsados de Bután por el Gobierno.
Pero en 2007 Bután fue la segunda economía que más rápido creció en el mundo. La educación, gratuita y en inglés, llega hoy a casi todos los rincones del país. En un estudio realizado en 2005, el 45% de los butaneses declaró sentirse "muy feliz", el 52% reportó sentirse "feliz" y sólo el 3% dijo no ser feliz. En el Mapamundi de la Felicidad, una investigación dirigida por el profesor Adrian White en la Universidad de Leicester (Reino Unido) en 2006, Bután resultó ser el octavo más feliz de los 178 países estudiados (por detrás de Dinamarca, Suiza, Austria, Islandia, Bahamas, Finlandia y Suecia). Y era el único entre los 10 primeros con un PIB per cápita muy bajo (5.312 dólares en 2008, seis veces menor que el español).
El sol ilumina intensamente la ciudad de Thimpu este sábado por la mañana. La vida transcurre sin prisa. Los puestos del mercado de verduras ofrecen los ricos productos autóctonos. Hay deliciosos chiles rojos y verdes, lustrosas berenjenas, compactas coles, tomates de árbol, decenas de tipos de manzanas y arroz rojo del Himalaya. Hay orquídeas, una de cuyas variedades se come, aportando una textura fibrosa y un sabor amargo a los guisos de chile o de carne. Y hay nuez de areca que, untada con lima y envuelta en hoja de betel, tiñe de rojo los dientes y los escupitajos de los butaneses que la mastican, enganchados a su ligero efecto narcótico. Un sustituto del tabaco, cuya venta está prohibida en el país.
Unos jóvenes celebran un campeonato de tiro con arco, el deporte nacional, y bailan y entonan canciones tradicionales cuando su equipo acierta en la diana colocada a 145 metros de distancia. Otros duermen después de divertirse hasta altas horas de la noche en karaokes y clubes no muy diferentes de los que uno puede encontrar en cualquier pequeña ciudad occidental. Thimpu tiene cierto ambiente urbano, mitigado por el hecho de que, por ley, los edificios deben construirse siguiendo determinadas reglas de la arquitectura tradicional.
La mayoría de la gente, incluso aquí en la ciudad, viste el atuendo tradicional butanés, que la ley impone en determinadas áreas públicas, para reforzar la identidad cultural butanesa (uno de los pilares de la FIB). El de los hombres es un vestido de una sola pieza de tela que llega hasta las rodillas y se ata con un cinturón. Las mujeres llevan un vestido hasta los tobillos. En los actos oficiales, los hombres se ponen una gran bufanda, llamada kabney, cuyo color indica el rango de la persona. Amarillo para el rey, naranja para los ministros y otras selectas autoridades, azul para los parlamentarios, blanco para el pueblo llano.
Lyonpo Sonam Tobgye, el presidente del Poder Judicial, es de los contados butaneses que puede llevar kabney naranja. Y su uniforme particular se completa con una imponente espada que lleva amarrada a la cintura. "La espada es el poder, y la kabney es el honor. Cuando me jubile, la espada se va, pero la kabney se queda", dice, y suelta una sonora carcajada, sentado en su despacho, presidido (¿lo adivinan?) por una fotografía del cuarto rey de Bután. Fue él quien le encomendó, hace hoy exactamente ocho años, dirigir la comisión que se encargaría de redactar un borrador de Constitución para Bután. Quizá el primer gran paso para convertir Bután en una democracia.
Lo habitual en la historia es que la democracia sea una conquista del pueblo, producto a menudo de sangrientas luchas y revoluciones. Pero en el caso de Bután la democracia llegó por el empeño del cuarto rey, en contra de la voluntad de la mayoría de sus súbditos.
En diciembre de 2005, Jigme Singye Wangchuck anunció que abdicaría a favor de su primogénito y que se celebrarían elecciones. "La democracia no entró de la noche a la mañana", explica Lyonpo Sonam Tobgye, con la espada asomando por debajo de su kabney naranja. "Fue un proceso largo. Cuando su majestad dijo que había que hacer una Constitución, la idea no fue aceptada en absoluto por el pueblo. No queríamos una Constitución. Estábamos muy a gusto con nuestro pasado. Teníamos desarrollo, seguridad, habíamos progresado. Aun así, su majestad insistió en que era importante que tuviéramos una Constitución. Y el pueblo aceptó sus palabras, porque nos fiamos de él".
El comité estudió "unas cien" constituciones extranjeras. Después se quedaron con una veintena. Entre ellas, una les inspiró especialmente: la española. "La leímos una y otra vez", recuerda. "Es una muy buena constitución. Es muy progresista. Y ustedes tienen, como nosotros, una monarquía constitucional. Le confesaré una cosa: la leímos un poco tarde. De haberla visto antes, quizá no habríamos estudiado tantas otras".
Entregaron un borrador después de 10 meses, que se colgó en Internet para que lo vieran los ciudadanos y el mundo exterior. "Recibimos unos 400 comentarios de todo el mundo: intelectuales, universidades, organizaciones de derechos humanos. Estudiamos todo eso, hicimos otro borrador y éste se distribuyó al pueblo".
Los reyes, padre e hijo, recorrieron entonces todo el país, hasta las aldeas más remotas, y celebraban reuniones en los pueblos para explicar y discutir el borrador de la Constitución. El 18 de julio de 2008 se aprobó una carta magna sin pena de muerte para un país cuyo delito más común es el expolio del patrimonio artístico y cuyo artículo 9.2 establece: "El Estado se esforzará en promover las condiciones que permitan la consecución de la felicidad interior bruta".
El 24 de marzo de 2008 se celebraron las elecciones parlamentarias. Se presentaron dos partidos y ganó (45 de los 47 escaños) el Partido de la Paz y la Prosperidad del actual primer ministro, Jigmi Thinley. Y hace ahora un año, en noviembre de 2008, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, de 28 años, hijo de Jigme Singye Wangchuck, se convirtió en el quinto rey de Bután, el primer monarca constitucional del país.
La sangre del nuevo rey aúna dos legitimidades. La de su padre, dinastía que reina Bután desde 1907, y la de su madre, que desciende de Ngawang Mamgyal, líder de una escuela de budismo tibetana que en 1616 se exilió en lo que hoy es Bután, a la edad de 23 años, y se convirtió en el primer gobernante del Bután unificado. El territorio se llamaba entonces (todavía hoy lo llaman así muchos butaneses) Druk Yul, o la Tierra del Dragón del Trueno. Y al líder se le otorgó el título de Zhabdrung, o Aquel a Cuyos Pies Uno Se Somete.
Su cuerpo embalsamado se guarda en la torre central del Punakha Dzong, también conocido como Templo de la Felicidad, sede del poder medieval, donde se coronó a los cinco reyes modernos. Una joya de la arquitectura butanesa, que el propio Zhabdrung mandó construir en la intersección de dos veloces ríos, uno macho y otro hembra (eso dicen), en un promontorio con una trompa que desciende hasta el agua. Ya lo advirtió, en el siglo VIII antes de Cristo, Gurú Rinpoche, santo patrón de Bután, que trajo el budismo tántrico a estas montañas: algún día, dijo, en un sitio que parece un elefante muerto, alguien llamado Ngawang levantará un templo. Y si tiene éxito, unificará un país.
El coche avanza por la serpenteante carretera, y uno podría pasarse horas mirando las formas que dibujan las nubes algodonosas contra el azul brillante del cielo y el manto de verde intenso con que los frondosos bosques cubren las imponentes montañas que rodean al valle de Punakha. Quedan pocos días para la recolecta de los campos de arroz, que se siembran en junio, antes del monzón, y que confieren al valle un color tostado en este inicio del otoño.
La marihuana crece libre en las cunetas, pero sólo recientemente han tenido algún problema con su tráfico y cultivo. Tradicionalmente se le daba usos más exóticos. Como recuerda un anciano del lugar, en los internados los críos untaban con marihuana el suelo para que las chinches la comieran, anduvieran más lentas y despistadas, y así fuera más fácil cazarlas.
Bután es una potencia en plantas medicinales. "Los botánicos extranjeros que vienen no dan crédito", explica Karma Phuntsho, de la Oficina para la Investigación de Plantas Medicinales y Aromáticas. Entre las especies más extrañas está el yagtsa guen bub, o "hierba de verano y gusano de invierno". Se da a partir de 4.000 metros de altitud y es, al mismo tiempo, animal y vegetal. Un gusano que se hunde bajo la tierra y brota de su cabeza una especie de planta u hongo, cuyo cuerpo se convierte en raíz. Tiene propiedades rejuvenecedoras y afrodisiacas, y en Bangkok se paga a 10.000 dólares el kilo. En el sistema de sanidad butanés, para dolencias leves, los ciudadanos pueden elegir entre la medicina tradicional y la occidental. Y la exportación de plantas medicinales, explica Phuntsho, "tiene un gran potencial para el país". "Eso sí", advierte, "siempre que se realice de manera sostenible".
De momento, la economía de Bután confía en la bravura de sus ríos para generar energía hidráulica (esperan multiplicar por cinco su producción en los próximos años) y en el turismo, una industria que nació en los años setenta. En este terreno se sigue una política, entroncada con la filosofía de la FIB, de "pocos visitantes, pero mucho valor". El turista debe pagar una tarifa de 220 dólares al día, que incluye alojamiento, comidas, entradas a museos, desplazamientos interiores y guía. Se trata de mantener un volumen rentable pero moderado, y evitar catástrofes ecológicas, estéticas y sociales como la que el turismo masivo ha provocado en el vecino Nepal.
Y así hasta que el país sea autosuficiente y deje de depender de la ayuda externa. "Hacemos un buen uso de las ayudas. Apenas hay corrupción, y a los donantes les gusta asociarse a la idea de la FIB. Pero habrá un momento en que la ONU considere que podemos valernos por nosotros mismos", explica el ex ministro Lyonpo Thinley Gyamtso. "Somos un país pequeño y queremos hacer las cosas así. No queremos enseñar nada al mundo. Hacemos lo que creemos que es mejor para nosotros. Y si el mundo cree que hay algo que aprender, son más que bienvenidos". 

lunes, 2 de marzo de 2020

CAMBIO DE PARADIGMAS EN EL MUNDO CORPORATIVO

La organización que reúne a los CEOs de 181 de las mayores corporaciones de EE.UU. anunció que no es indispensable privilegiar la maximización de los beneficios de los accionistas por encima de todo. Ahora es bueno favorecer a los empleados de las compañías, sus clientes y a las comunidades en las que operan. 
En ese orden tendrán que poner atención en brindar bienes y servicios que satisfagan plenamente las expectativas de sus clientes. Invertir en sus empleados, darles beneficios y compensarlos de forma justa. Negociar con los proveedores de manera ética y equitativa. Apoyar sosteniblemente a las comunidades en las que están asentadas las empresas y generar de manera transparente rentabilidad de largo plazo para los accionistas.
"Si bien se trata de una señal alentadora por parte de un grupo de líderes empresariales sumamente influyentes, simplemente se está expresando formalmente lo que muchas marcas ya venían reconociendo desde hacía años. Siempre atentos a los cambios en la sensibilidad de sus destinatarios, los especialistas en marketing han entendido que para conectarse con los consumidores de hoy es necesario transmitir un sentido de propósito que vaya más allá de lo puramente comercial". Explica Artur Mazin, director de ventas de hispanoamérica para Criteo
Así, los anunciantes entienden que el propósito debe orientarse a satisfacer las necesidades del consumidor y contribuir a garantizar la lealtad hacia la marca. En ese ordene el informe de Kantar Consulting “Inspiring Purpose-Led Growth” reveló que las empresas con un alto sentido de propósito experimentaron un aumento en la valoración de su marca del 175% en los últimos 12 años. Las marcas con un bajo sentido de propósito, en cambio, registraron una tasa de crecimiento menor del 70%.
Por su parte la encuesta global más reciente de Accenture Strategy –a casi 30.000 consumidores– reveló que el 62% de los usuarios desean que las empresas adopten una postura firme sobre temas actuales y relevantes, como la sostenibilidad, la transparencia o las prácticas justas de empleo. Por otro lado, el estudio de Criteo “Why We Buy” descubrió que uno de cada seis consumidores en EE.UU. dejó de comprar una marca porque los valores de esta no estaban alineados con sus creencias personales.
"Uno factor decisivo en las prácticas comerciales dotadas de propósito es la incidencia de los consumidores millennials (nacidos entre 1981 y 1993) y de la Generación Z (1994-2010). Según el estudio citado de Kantar, casi dos tercios de los millennials y GenZers prefieren marcas que expresen abiertamente sus puntos de vista y defiendan valores.
Del mismo modo, un informe de PSFK reveló que los miembros de la Generación Z tienden a manifestar un fuerte sentido de propósito y se sienten conectados a causas importantes, y el 69% considera que las marcas deberían ayudarlos a alcanzar sus objetivos". Detalla Mazin.
Por lo mencionado al analista señala que es importante. Predicar con el ejemplo y recorrer el camino completo, fomentar la transparencia y la confianza entre consumidores y empresas. Al margen de lo anterior, asegurar una gestión signada por la personalización. Los consumidores jóvenes esperan que las marcas los encuentren dondequiera que estén, y no al revés. 
Por último reconoce que ellos están convencidos que las marcas tienen el poder de lograr una transformación social positiva, y es mucho más probable que les compren a las que estén dotadas de propósito.
Las marcas que lo consigan, aquellas que conviertan sus objetivos en realidad y que generen conversaciones auténticas para impactar sobre los “puntos de pasión” del consumidor– serán las triunfadoras, diferenciándose del resto. 

INNOVACIÓN EMPRESARIAL

  De qué hablamos cuando hablamos de innovación Una innovación empresarial es un nuevo o mejorado producto o proceso de negocio (o una combi...