domingo, 29 de noviembre de 2020

YERBA MATE La encrucijada de la industria yerbatera

 

Mate en jaque. La encrucijada de la industria yerbatera

El consumo de yerba mate no pudo escapar a la crisis que enfrenta toda la economía argentina
El consumo de yerba mate no pudo escapar a la crisis que enfrenta toda la economía argentina
Cintia Perazo
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28 de noviembre de 2020  • 02:56

Pasado mañana se celebra el Día Nacional del Mate, aunque en la industria yerbatera aseguran que no hay muchos motivos para festejar. Con un consumo golpeado y nuevos controles oficiales, incluyendo la última resolución oficial que busca regular la presencia de palo y polvo en los paquetes de venta al público.

"Hoy el sector industrial yerbatero se encuentra pasando un momento difícil. La yerba mate forma parte de la canasta básica familiar de los argentinos y por eso está dentro de los 'productos cuidados'. Por un lado, la industria debe pagar valores mínimos fijados por el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), y por el otro nos ponen precios máximos a nuestro producto, sumado a este contexto inflacionario se nos dificulta mucho poder trabajar. Estamos haciendo un esfuerzo enorme para seguir abasteciendo el mercado con yerba mate, ya que actualmente nos encontramos con rentabilidad negativa en nuestro producto, esto también se refleja en las exportaciones porque al tener un tipo de cambio de divisa bajo también nos complica a la hora de exportar", resume Germán Horrisberger, director por la industria yerbatera ante el INYM, quien regula la actividad.

"Hoy estamos complicados porque no podemos trasladar los incrementos de los costos, por lo que en el mediano plazo eso va a provocar el cierre de los molinos más pequeños", aclara Horrisberger. Con respecto al consumo aclara que si bien ha caído un poco con respecto al mismo período del año pasado todavía no tienen datos precisos, aunque se ha registrado una merma de 5 millones de kilos para mercado interno, lo que implica una baja del 2,5 por ciento.

Héctor Chemes, director comercial de Sociedad Argentina de Nuevos Emprendimientos (Sanesa), coincide con que el sector se encuentra en una situación crítica por ser la única actividad regulada donde se fijan los precios de la materia prima de manera semestral y obligatoria, y por otro lado todavía rigen los Precios Máximos, lo que complica seriamente a la industria que no puede trabajar indefinidamente a pérdida. Esto se agrega con los efectos climáticos, como el de la Niña, que genera seca y limita las producciones futuras.

Todo es historia

Molinos Río de la Plata, la empresa de alimentos del grupo Pérez Companc, tiene dentro de su portfolio la categoría de yerbas. "Para nosotros este producto es estratégico por la importancia que tiene para el consumidor argentino. Tenemos marcas emblemáticas, como Nobleza Gaucha, Cruz de Malta y Chamigo. Cruz de Malta, presente en el mercado desde 1874, fue la primera marca de yerba envasada en la Argentina", cuenta Diego Pistone, director ejecutivo del Negocio de Alimentos en Molinos Río de la Plata.

Según Pistone este producto es masivo y estable, con alcance a todo tipo de hogares en todo el país. "La categoría de yerbas es muy particular, ya que forma parte de la idiosincrasia nacional. Si bien la crisis sanitaria del Covid-19 nos planteó ciertos cambios de hábitos y mayores cuidados como consumidores, el consumo de yerba mate pudo sostenerse a lo largo de este año", aclara.

Saborizada

La historia de CBSé nace en 1978 en un garaje familiar en la ciudad cordobesa de San Francisco. Su fundador, Florentino Orquera, junto a su esposa, María Amelia Elizagaray, fueron pioneros en yerba mate con agregados de hierbas, y hoy en día están presentes en siete países y producen unas 24.000 toneladas de yerba al año.

En 1997 lanzaron la categoría de yerbas saborizadas con su famoso jingle "CBSé saborizada" y hoy el portfolio tiene 18 productos que incluyen desde las y yerbas endulzadas, otras con mezclas con hierbas hasta la variedad con guaraná o funcionales que aportan vitaminas. En la actualidad, al frente de la empresa están los hijos del fundador, Sol Orquera y Juan Lorenzo. Esta empresa emplea a 236 personas en seis provincias.

El lunes 30 de noviembre se celebra el Día del mate pero en el sector dicen que hay poco para celebrar
El lunes 30 de noviembre se celebra el Día del mate pero en el sector dicen que hay poco para celebrar

CBSé llega a 16 países de todo el mundo, entre los que se encuentran Chile, Estados Unidos, Bolivia, Perú, México, Australia, Canadá, Francia, España, Italia, Rusia, Polonia, Israel y Reino Unido, entre otros. En 2019 exportó 700.000 kilos de yerba mate.

Con respecto al cambio en el consumo, frente a este contexto, Sol Orquera, CEO de CBSé, cuenta que de los 40 gramos promedio que se utilizaban en una ronda de mate compartido entre dos o tres personas, se pasó a consumir aproximadamente 120 gramos, porque cada persona tiene su mate. "Además, como mucha gente trabajó y sigue trabajando desde la casa, hay más colaciones a lo largo del día. Sin embargo, desde los kilos vendidos, no se refleja un aumento considerable", señala.

Durante el inicio de la pandemia, CBSé decidió enfocar sus recursos en el canal de e-commerce mejorando la experiencia del consumidor a la hora de adquirir el producto de manera online. "Esto permitió, a su vez, incorporar nuevos canales de distribución que se vio reflejado notoriamente en el aumento de ventas del 400% por este canal. Los principales proyectos tecnológicos realizados en el último año fueron principalmente de comunicación, seguridad e interconexión con todas nuestras locaciones, distribución y control de información", asegura la CEO de esta compañía.

Sobre el panorama a futuro, Orquera dice que el esquema de precios controlados en ambos extremos -compra y venta- condiciona los planes de crecimiento de la compañía. "Para nosotros el gran desafío hoy es tratar de mantener la relación precio-calidad que el consumidor merece y por la cual siempre hemos trabajado. Además, queremos abrir más mercados en Oriente y sumar productos novedosos para comercializar en el exterior para llevar la identidad de la marca alrededor del mundo", sostiene.

¿Qué desafíos vendrán después de la pandemia? Orquera estima que las personas serán mucho más exigentes en sus consumos diarios, haciendo foco en su bienestar. "Y al ser la yerba mate una infusión que favorece esta premisa, deberemos cumplir con las expectativas de calidad que el consumidor espera de CBSé", dice.

Marcas propias y ajenas

Sanesa, otro jugador importante de este sector, inició sus actividades industriales en 1993 en la ciudad de Oberá, provincia de Misiones, y aunque al inicio producía sus marcas -Natura y Hurlingham-, con el tiempo fue incorporando también el servicio para marcas de terceros tanto para clientes nacionales como regionales y exporta té hacia varios países.

"Estamos atravesando una situación compleja. Tenemos personal de riesgo que no está trabajando desde mediados de marzo, los costos se incrementan mes a mes pero no pueden ser trasladados al precio, lo que genera factores de presión extra para el desarrollo de la actividad normal. En nuestro caso en particular hemos tenido que frenar un fuerte plan de inversión que teníamos proyectado", reconoce Chemes. De todas maneras, cuenta que continuaron con su plan para desarrollo de unidades de mayor productividad y de aplicación de inteligencia artificial. "Hemos decidido continuar, pero a un ritmo menor, porque sabemos que invirtiendo es la única manera de crecer en períodos de crisis", aclara.

Para el directivo de Sanesa el futuro de esta actividad presenta varios desafíos: desarrollar rápidamente nuevas formas de consumo de yerba mate y participar en distintos productos no tradicionales. "Nuestra empresa está convencida de que el mercado externo no podrá crecer en base al mate tradicional, será necesario pensar alternativas para nuevos consumidores. Otro aspecto para solucionar dentro de nuestra actividad será el fuerte endeudamiento del sector que realizó en los últimos años y ha llegado a niveles preocupantes. Y, por último, observamos que se incrementan las comprar a través de Internet, algo que es totalmente nuevo para nuestra industria y aún no tiene resuelto", resalta.

Frente a los que aseguran que este producto aumentó mucho o es caro, Chemes aclara que no existe otra bebida que pueda compararse con la yerba mate. "Es natural, energizante y económica. Basta con tener en cuenta que un kilo de yerba rinde 20 litros de infusión, y cuesta $235, es decir $11,75 el litro. No existe sustituto o bebida más económica. Sale más caro el litro de agua caliente que venden en la estación de servicio que la yerba. Por lo general se consumen dos kilos al mes por familia. Pero deben tener en cuenta que se debe cosechar la yerba, estacionarla durante varios meses, molerla y luego envasarla y distribuirla", resume.

Antes de concluir el ejecutivo de Molinos Río de la Plata destaca: "El mundo de las infusiones cambió con la pandemia, ya que el consumo se concentró dentro del hogar. Hoy el 'cada uno con su mate' se convierte en una consigna adoptada por toda la industria de acuerdo con las recomendaciones sanitarias. Creemos que es algo que el mediano plazo se sostendrá en la categoría, pero habrá que ver qué pasa en el largo plazo, ya que compartir el mate es algo muy propio y arraigado a las costumbres argentinas".

viernes, 27 de noviembre de 2020

LACOSTE El cocodrilo

 

Detrás de la etiqueta / Lacoste - indumentaria y otros. El "cocodrilo" francés que se convirtió en un clásico

Antes de disputar un importante partido, el capitán del equipo francés de la Copa Davis, Allan Muhr, prometió a René Lacoste una maleta de cocodrilo a cambio del triunfo. La promesa al tenista que fue número uno en 1926, ganador de siete Grand Slams y parte de una generación dorada conocida como "Los Mosqueteros", llegó a la prensa de Estados Unidos. El Boston Evening, un diario de esa ciudad, dio difusión a la anécdota e inventó un apodo para el jugador. La actitud de Lacoste en la cancha lo convirtió en "el cocodrilo" porque, igual que el animal, nunca renunciaba a su presa. De aquel artículo nació la insignia de la marca, cuya prenda típica también fue impuesta por el exitoso Lacoste, que lucía en sus presentaciones una chomba "polo", por entonces, revolucionaria en la moda masculina. La casaca de mangas cortas, tejido piqué con un pequeño aireado que lució el tenista en los años 30 hoy es un clásico.

Robert George, amigo y estilista de Lacoste, estampó un cocodrilo bordado por primera vez en un blazer. El pequeño reptil bordado del lado izquierdo del pecho comenzó a extender la leyenda de Lacoste. En 1933, el afamado tenista se asoció con André Giller para fabricar remeras, como no podía ser de otro modo, con el cocodrilo bordado.

Este año, la marca cumple 80 años, con más de 1160 tiendas, dispersas por 110 países. Cada un segundo, estiman en la empresa, se venden dos artículos con el sello de Lacoste, que abarcó mucho más que las típicas remeras. Con el paso del tiempo, la insignia se grabó en productos como calzado, cueros, fragancias y hogar. Alentada por su selecto público, la marca incursionó incluso en el mercado de las joyas.

Los ciberjinetes del Apocalipsis. ¿La innovación es una nueva religión?

Sebastián Campanario

"Vehículo de Uber nuestro que estás en los cielos (junto a otros autos voladores y sin conductor humano), santificado sea tu sistema operativo de inteligencia artificial. La oferta pública de acciones en el Nasdaq nuestra de cada día dánosla hoy. En el nombre de Apple, Google, Mercado Libre y Elon Musk, amén."


El mundo de la innovación, los emprendedores y la singularidad tecnológica está lleno de paralelismos con la religión: hay profetas, centros de peregrinación (Silicon Valley, Tel Aviv, Seúl, Shenzhen), tribus de creyentes, herejes y verdades reveladas. Los puntos en común podrían quedarse en una simple curiosidad, un tema de tesis de una carrera humanística, si no fuera porque hay un grupo de tecnólogos y expertos en esta agenda que creen que esta pregnancia de valores religiosos actúa como un sesgo que podría llevar a proyecciones equivocadas. Y que los pronósticos de vehículos sin conductores humanos, vidas de cientos de años, fin del empleo, fin de los viajes por la realidad virtual y otros fenómenos que desde el ámbito de la innovación se ven como inexorables podrían estar diciendo más sobre nuestro presente, con sus patrones psicológicos y culturales moldeados en miles de años, que sobre el futuro.


"El elemento clave de la retórica de Silicon Valley es ?el futuro'. La extrapolación de tendencias económicas y tecnológicas se hace de manera acrítica (con la ley de Moore, que predice que la capacidad computacional se duplica cada dos años, tomada como profecía), con llamados a ?cambiar el mundo' frente a un futuro -?digital', ?conectado', ?global'- que se da por conocido e inevitable", explica Marcelo Rinesi, un científico de datos que viene siguiendo esta agenda de cerca y forma parte del Instituto Baikal y del Institute of Ethics and Emerging Technologies.


Rinesi está fascinado con los puntos en común del relato grandilocuente de la costa Oeste de Estados Unidos, con su base en Singularity University, el centro de estudios financiada por la NASA que postula que la humanidad vive una etapa única de cambio acelerado y exponencial, y el modelo de apocalipsis judeo-cristiano, derivado históricamente del Apocalipsis de San Juan.


"Este futuro profetizado no es para cualquiera", sigue Rinesi. "Premia a las organizaciones e individuos con ciertos conocimientos, que usen ciertas tecnologías de cierta manera, y castiga a los que no. Tanto los castigos como los premios se describen como colosales. Las empresas ?virtuosas' valdrán billones de dólares y las que no lo son desaparecerán. El futuro es funcionalmente un filtro, y los sobrevivientes vivirán en un mundo próspero y políticamente estructurado, obviamente, alrededor de estos principios organizacionales y técnicos."


Y aunque los ejecutivos de empresas de tecnología y los académicos que postulan la singularidad suelen definirse mayoritariamente como ateos y objetivos en su visión de largo plazo, Rinesi cree que el relato que defienden "obedece más a una herencia retórica, psicológica y social de casi dos mil años que a un análisis detallado de posibilidades".


En cierta medida, dice el científico de datos, esto es inevitable: "Un plan de negocios, en el contexto de la economía volátil e impredecible de las startups, es más un enunciado de principios que un modelo financiero, necesita transmitir una visión, y en la cultura occidental hay pocos arquetipos más efectivos y poderosos que el de un apocalipsis sumado a reglas para predecirlo".


Por más que sea percibida como radicalmente secular en muchos países, la cultura estadounidense está permeada por una profunda religiosidad, incluso en contextos sin un contenido religioso ostensible: buena parte de Estados Unidos fue colonizada por grupos con el objetivo deliberado de establecer comunidades guiadas por principios religiosos que garantizarían beneficios tanto espirituales como materiales. Massachusetts, por caso, fue colonizado por refugiados religiosos, y su prosperidad y éxito comercial fueron interpretados como recompensa divina a su adherencia estricta a la forma de vida puritana.


Rinesi trabaja varios meses al año en forma remota para empresas de Estados Unidos en una especialidad "caliente" en el actual mercado laboral: el análisis de big data con herramientas computacionales y estadísticas. Con sus ahorros y el tiempo que gana, cuando no se sumerge en estos mares de información, pasa el resto del año explorando técnicas para alargar la vida. La extensión de la vida humana -e incluso la vida eterna-, que hasta hace pocos años era una postulación de académicos excéntricos como Aubrey de Gray, se convirtió en otra promesa que el credo de la singularidad hizo propia y tomó prestada de la religión.


Ilustración: Alfredo Sábat

Ilustración: Alfredo Sábat

La grieta robótica

Sólo en el último trimestre de 2015 se lanzaron en Amazon 300 libros que tienen la palabra "innovación" en su título. El profesor de Harvard Clayton Christensen, autor de El dilema de los innovadores, una biblia de los procesos disruptivos, es en la actualidad el orador de convenciones empresarias más caro del mundo, según The Economist.


El término "innovación" se puso de moda en Estados Unidos a fines de los años 60, cuando la Guerra de Vietnam, la degradación ambiental, los asesinatos de Kennedy y de Luther King y otras desilusiones sociales y tecnológicas hicieron difícil conservar la fe de la posguerra en el progreso social y moral. Fue entonces cuando se empezó a hablar de esta palabra más módica, "innovación", menos ambiciosa, moralmente neutra, con la cual la sociedad se sintió cómoda.


En la Argentina, el concepto está en la cresta de la ola del discurso empresarial y público. La semana pasada se conoció la última medición del índice Bloomberg de Innovación, que coloca al país al tope en América Latina. Algo similar ocurre con el Índice de Creatividad de Richard Florida, en el cual la Argentina está en el puesto 17 a nivel global, y primera junto a Uruguay en la región.


Pero el discurso no es unívoco, y hay quienes creen que este foco es excesivo. El abogado y emprendedor Emiliano Chamorro, uno de los motores en la organización de las charlas TEDxRíoDeLaPlata, opina que "la innovación está completamente sobrevaluada en nuestra época". Dos investigadores del Instituto de Tecnología de Hoboken, Lee Vinsel y Alfred Russell, escribieron recientemente un artículo muy comentado en la plataforma Medium donde postulaban que esta "neofilia" (pasión por lo nuevo) distrae energía de lo que realmente importa: proveer buenos productos y servicios, no necesariamente nuevos, y mantener la infraestructura. "Las elites empresariales y políticas de Silicon Valley, Wall Street y Washington sobrevalúan radicalmente la innovación, cuando lo que realmente cuenta para el 99% de las personas es lo que sucede después de un proceso disruptivo", dicen Vinsel y Russell.


En esta "grieta robótica" se identifican varios sesgos que influyen sobre el pensamiento dominante y su futuro proyectado. Además de la herencia de la tradición judeo-cristiana que identificaba Rinesi en los primeros párrafos de esta nota, existe una tendencia a "sobretecnologizar" el futuro y a subestimar los cambios sociales y culturales, tal vez porque es más difícil mirar dentro nuestro como seres humanos que el contexto tecnológico.


En Volver al futuro III, Marty McFly aparece en octubre de 2015 -30 años después del inicio de la película- en un mundo con autos y skates voladores, pero no se ven a parejas del mismo sexo caminando por la calle. En la película 2001, odisea del espacio, filmada en 1969, Stanley Kubrick se imagina un porvenir de viajes espaciales, pero todas las mujeres de la historia son azafatas, asistentes o secretarias: el director no previó la revolución de género de los años 70, cuenta Steven Pinker en uno de los ensayos del libro This Will Change Everything, publicado por el director del sitio web Edge, John Brockman.


Este enfoque lleva a concluir que la existencia de determinada tecnología es condición necesaria y suficiente para un cambio social a gran escala asociado a ese avance en poco tiempo. Como ya está disponible el software de automanejo, desaparecerán los conductores humanos de autos en diez años, pronosticó el empresario Elon Musk, dueño de Tesla, Solar City y otras compañías. Algo similar ocurre con el mercado de trabajo: si un empleo ya es automatizable, toda esa categoría de trabajo desaparecerá en la próxima década.


Michael Chui, un experto en Ciencias Computacionales y Cognitivas y socio de la consultora McKinsey, le dijo dos semanas atrás a la nacion que esta visión binaria, en la cual hay entre un 40 y un 60% de las ocupaciones que desaparecerán, es errónea. Para Chui, la existencia de determinada tecnología de automatización es sólo una de las múltiples variables que influyen, a la cual hay que agregar costos relativos, calidad de la tarea robotizada, temas regulatorios y humanos. Por ejemplo, un hospital japonés anunció el mes pasado que daba marcha atrás con la robotización de la enfermería, porque los pacientes preferían contacto humano. Para Chui, no está claro que este sistema complejo, en términos matemáticos, dé como resultado una reducción o una suba de empleo de personas, "aumentadas" con tecnología, pero no reemplazadas.


El dios de silicio

¿Por qué tiende a imponerse una visión tan lineal sobre el futuro, que no tiene en cuenta la distribución de probabilidades mucho más caótica que emerge de los sistemas complejos? "Nuestra mirada del mundo es intuitivamente lineal, sobre una base de causa, efecto y proporcionalidad", cuenta ahora Gabriel Novick, médico y especialista en sistemas complejos, que da clases sobre esta agenda en la Universidad de Tufts, en Estados Unidos, y actualmente trabaja como director médico corporativo de Swiss Medical. "Lo lineal nos tranquiliza. Es la mirada de los roles definidos, de la relación directa entre control y orden, donde el entorno influye poco o nada; donde toda acción recibirá una respuesta directa y proporcional", agrega Novick.


Sin embargo, los sistemas vivos, los fenómenos sociales, las relaciones humanas, los fenómenos naturales y el progreso de la tecnología no responden a esta lógica reduccionista.


La linealidad de la visión dominante sobre el futuro, que Rinesi relaciona con el Apocalipsis de San Juan, baja la ansiedad ante un entorno caótico y un porvenir inherentemente impredecible. En El cisne negro, Nassim Taleb llama a este reduccionismo "falacia narrativa", y le asigna raíces que vienen de las ciencias cognitivas y de la psicología evolucionista. "El repertorio de futuros que imaginamos posibles -ya sean utópicos o distópicos- habla más del presente que del futuro, es menos un mapa de nuestras posibilidades que un reflejo de nuestros patrones psicológicos y culturales", marca Rinesi.


Mientras tanto, los paralelismos con la religión se acumulan, y la agenda de la innovación hace rato que excedió el terreno económico para adentrarse en discusiones filosóficas y metafísicas.


Mariano Vázquez es un físico argentino que trabaja desde hace dos décadas en Europa, en el campo de la física computacional. Vázquez dirige un equipo en Barcelona que se dedica a armar simulaciones matemáticas de fenómenos reales complejísimos, como terremotos e inundaciones. Lo hace con una supercomputadora, MareNostrum, que tiene más de 50.000 procesadores. En estos esquemas de simulación de fenómenos naturales "hay una referencia tácita y permanente a una suerte de dios de silicio", cuenta.


El físico, que está por estos días en Buenos Aires de visita, habla con entusiasmo de MareNostrum, la supercomputadora que posee una particularidad: está ubicada dentro de una capilla cerca de la torre Girona, donde se comenzó a instalar en 2004. "No sé si es la computadora más potente del mundo, pero sin duda es la más bella", cuenta Vázquez. Cuando uno entra en la iglesia, ve el gigante electrónico en lugar del altar. Y a físicos y programadores en el lugar donde, hace más de una década, los curas oficiaban misa, confesaban y les decían a quienes se casaban "hasta que la muerte los separe". Ahora, si se cumplen las promesas de inmortalidad de la agenda de la singularidad, ni siquiera eso.


Sebastián Campanario

La paradoja de Uber: cómo la aplicación libera y encadena a sus conductores en la "economía colaborativa"

 

BBC News

Uber en Londres
Pie de foto,

Uber se ha convertido en el centro de la discusión sobre la economía colaborativa, también llamada "economía gig".

No tener jefe, ser independiente, trabajar en casa, en la cafetería, en el automóvil... ¿Será en realidad tan maravilloso como algunos se lo imaginan?

Los riesgos y desafíos de la economía colaborativa, también llamada "economía gig", están a la vista en todo el mundo.

Uber es parte de una ola de plataformas que ofrecen nuevas formas de comprar, vender, alquilar y contratar temporalmente a otros: en lugar de empleados asalariados, los trabajadores independientes son pagados por los consumidores por realizar un trabajo específico.

Y las plataformas en este negocio argumentan que no emplean personal, sino que solo conectan a los clientes con personas que buscan ganar dinero.

¿Se trata de nuevas formas flexibles y liberadoras de trabajo, o es el medio para un tipo de control laboral a distancia que socava los derechos básicos?

Salario mínimo

Abdura Hadi, un conductor de Uber que ha trabajado en las calles de Londres durante cinco años, ha notado un cambio.

"Solía trabajar un promedio de 6 a 8 horas durante 6 días a la semana para mantener a mi familia", dice. "Ahora son de 10 a 12 horas".

Ha notado que en estos 5 años, el número de conductores de Uber ha aumentado rápidamente, no así el número de clientes.

El aumento de la competencia ha hecho que sea crítica una parte particular de la plataforma de Uber: el software que determina quién recibe cada viaje.

Sin embargo, ni Hadi ni sus compañeros saben cómo funciona.

"Mi familia depende del algoritmo", explica. "A veces da miedo, pero si fuera justo, estaría bien".

El centro de la controversia en torno a Uber es que la revolución que ha provocado no solo es económica, sino también legal.

Las definiciones laborales que alguna vez fueron razonablemente claras se han vuelto confusas, como la cuestión de si los conductores de Uber son realmente empleados.

Incluso lo más básico de cualquier trabajo está en el centro de la controversia: cuánto ganan realmente los conductores de Uber.

"Es un hecho que los conductores están trabajando con menos del salario mínimo", afirma Hadi.

Esto es rechazado por la firma, la cual realizó un estudio conjunto con investigadores la Universidad de Oxford (Reino Unido) basado en datos administrativos de la compañía.

El análisis dice que el conductor promedio de Londres gana alrededor de 11 libras (US$14,20) por hora trabajada en la aplicación. Eso está justo por encima del salario mínimo de Londres.

El estudio incluyó los costos de operación del vehículo y el tiempo de espera entre viajes.

Datos vs. anécdotas

Ken Jacobs, un académico de la Universidad de California en Berkeley (EE.UU.), estudió los costos ocultos que enfrentan los conductores de Uber y otros trabajadores.

Se refiere a ellos como las cinco "lagunas principales".

Esas incluyen:

  • tiempo dedicado a esperar viajes
  • el costo de conducir de regreso a áreas concurridas después de un viaje
  • mantenimiento y seguro del vehículo
  • la falta de pago si se sufre una enfermedad, durante descansos para comer y horas libres
  • la falta vacaciones pagadas

"Se tienden a subestimar los gastos reales que enfrenta un conductor", dice Jacobs.

Meera Joshi, exjefa de la Comisión de Taxis y Limusinas de Nueva York, el regulador responsable de servicios como Uber en toda la ciudad, dice que los datos son clave.

"Sin datos solo tienes anécdotas", explica.

"Tú tienes historias de conductores sobre salarios bajos, pero no tienes forma de cuantificarlo realmente", apunta.

La comisión de Joshi obligó a Uber a entregar datos sobre los conductores que operan en Nueva York.

"Lo que descubrimos fue que las condiciones eran peores de lo que nos describieron los conductores", explica.

"El 96% ganaba menos del salario mínimo de la ciudad. La mayoría de los conductores eran la principal fuente de ingresos para sus familias", añade.

Después de que el regulador implementó protecciones de salario mínimo para cubrir a los 80.000 choferes de Nueva York involucrados, US$225 millones por mes "volvieron a los bolsillos de los conductores", asegura Joshi.

Como resultado, ese dinero fluyó a los vecindarios locales en lugar de regresar a Uber, que tiene su sede en San Francisco.

Prisión y libertad

El estudio de Oxford también señala que los conductores de Uber tienen mayores niveles de satisfacción con la vida que otros trabajadores, pero mayores niveles de ansiedad también.

"Esa es la paradoja de Uber", comentó Duncan McCann, investigador de la New Economics Foundation.

"Es a la vez una prisión y algo liberador. Puedes encender la aplicación y comenzar a trabajar, pero si tienes una familia que mantener, obviamente es menos flexible. Necesitas alcanzar los picos de demanda: horas punta y fines de semana".

Y Uber es solo la "punta del iceberg", agregó.

"La mayoría de los trabajadores de la economía gig son mujeres que cuidan y limpian. Bajo el nivel del agua, hay plataformas que abiertamente anuncian pagos por debajo del salario mínimo".

"Los conductores están en el centro de nuestro servicio, no podemos tener éxito sin ellos, y miles de personas entran a trabajar en Uber todos los días enfocados en cómo mejorar su experiencia dentro y fuera de la carretera", dice la empresa en un comunicado.

"Ya sea para poder realizar un seguimiento de sus ganancias o para obtener una mayor protección del seguro, continuaremos trabajando para mejorar la experiencia para y con los conductores", añade.

Pero en muchos sentidos, la economía colaborativa simplemente reintroduce cuestiones muy antiguas de condiciones y derechos laborales, solo que de una nueva manera.

Las décadas anteriores vieron las luchas de los empleados para que se reconocieran sus derechos; ahora la lucha de los trabajadores es ser reconocidos como empleados.

Una vez que el foco estaba en el poder de los dueños de los medios de producción, ahora depende de los propietarios de los medios encontrar trabajo a través de la red.



domingo, 22 de noviembre de 2020

MARKETING EL PODER DEL BERRINCHE El imán de la Generación Touch

MARKETING EL PODER DEL BERRINCHE El imán de la Generación Touch 

Los chicos de 6 a 14 años atraen el interés de bancos, automotrices y aseguradoras, entre otras, porque inciden cada vez más en las compras familiares y porque son los consumidores del mañana. Renault, Movistar y HSBC encabezan la tendencia. 

Las audiencias infantiles quedaron en la mira de las marcas. Se trata del público de entre 6 y 14 años, “la generación touch”, cuya incidencia en las decisiones de compra de la familia es cada vez mayor. Por ese motivo hay muchas empresas apostando a este segmento, de rubros específicos para chicos (jugueterías, golosinas y cosmética) y de otros –bancos, automotrices y tecnológicas, por ejemplo– que con mucha antelación buscan armar su futura clientela. En ese juego participan, entre muchas otras, marcas y empresas como Arcor, Personal, Movistar, Lenovo, Renault, HSBC, Unilever, AGD (Aceitera General Deheza), L’Oréal y Plusbel, tal como quedó expuesto la semana pasada en el seminario Kidinfluence, que organizó Twigs.com, una red social para menores de edad.

Lo que se analizó es el enorme poder del berrinche y el llanto frente a las góndolas (que en muchos casos decide la elección de una marca sobre otra), las preferencias y las conductas de los chicos, con el objetivo de captar su atención. “Es un segmento amplio y exigente, que dividimos en dos franjas: la primera, hasta los 10 años, ingresan a Internet para jugar; en la segunda, de 10 a 14 años, la búsqueda pasa por socializar y realizar actividades recreativas”, dijo a iEco Ezequiel Arbusti, el socio local de Twigs.com.

No existen estadísticas acerca de la cantidad de chicos argentinos que navegan por Internet. Pero hay indicios. Según comScore, una empresa que analiza el tráfico en la Web, el 15% de los internautas brasileños y mexicanos tiene entre 6 y 14 años. La empresa no realizó todavía ningún estudio del segmento en la Argentina, pero suponen que podría pasar algo parecido. Lo que sí se sabe es que la audiencia de los sitios de la categoría “Kids” superó los 3,5 millones de usuarios únicos en octubre pasado, esto es un 29% más que el mismo mes de 2012.

Las áreas de marketing le prestan mucha atención al tema. Quieren saber todo de los chicos: qué hacen, qué miran, por dónde navegan, entre otras cosas, para volcar inversiones publicitarias. Está el caso de Renault, muy llamativo porque está orientado a los chicos, que cerró trato con Gameloft, la productora de videojuegos francesa, para incorporar su modelo Clio en la última versión del Asphalt, un juego de carreras para celulares y tabletas. La semana pasada, Mercedes Benz presentó en el Salón del Automóvil de Los Angeles un prototipo de auto (una maqueta a escala real) no para fabricarlo sino para insertarlo en un videojuego.

“Los juegos “freemium” (que son gratis) se solventan con pauta publicitaria. ¿De qué modo? El coche de Renault en el Asphalt 8 aparece en forma más destacada”, dijo Jorgelina Peciña, de Gameloft.

Es muy poco factible que un menor pueda comprarse un auto. O que abra una cuenta en un banco, o tome un seguro. “El interés de estas empresas es acercarse más a los chicos, involucrarse con las modas y sus conductas, porque la primera elección de un banco, una aseguradora, un coche tiende a ser para toda la vida”, añadió Peciña. En este sentido, el HSBC pautó publicidad en el sitio especializado en temas educativos Aula 365.

La tendencia es reciente, pero se profundiza. “El target infantil interesa por su influencia actual y por su potencial como consumidor del mañana”, agrega Peciña. Por su parte, Patricia Wood, brand manager de Unilever, recuerda que este año lanzaron Suave Niños, un shampoo para chicos de 4 a 6 años, para lo cual apelaron a diversas estrategias: “La idea es transmitir un mensaje divertido, para darle una solución a las madre actual, multifacética y muy ocupada. El baño del chico puede ser entretenido. Este primer año explotamos una licencia con Disney, pero tenemos previsto expandirnos más adelante a la televisión, al mundo digital y las redes sociales”, comentó.

Marcos Christensen, de comScore, remarca el caso del Club Penguin, un mundo virtual para chicos muy similar al Second Life. Dice que la iniciativa es una buena plataforma para la publicidad y para explotar las licencias de los personajes. “Es un segmento con mucho potencial”, concluyó.


INNOVACIÓN EMPRESARIAL

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